Más que política, económica o social, la gran causa cívica puede unir a una nación democrática y dar nueva vida a los ansiados cambios que trascienden la hegemonía totalitaria y los saqueos aún prevalecen.
Sólo en la nación de los ciudadanos puede ser posible el renacimiento de la democracia, la justicia social y el espíritu económico. Sólo una República Civil puede garantizar las garantías constitucionales, comenzando por la protección de los derechos humanos.
Nada de lo anterior puede hacerse bajo los auspicios de la hegemonía. Es esto lo que ha destruido las instituciones, siempre adornadas con pseudodemocracia, para controlar el poder a su gusto de saber y comprender.
La continuidad del presente impide que se desarrollen posibilidades positivas para el futuro. Es bien sabido, aunque muchos grupos de interés determinados se oponen al camino real hacia la democracia.
Por eso la gran causa de la solidaridad, la esperanza y el cambio es de carácter cívico y de alcance histórico. Lucharemos incansablemente por la gran causa de la ciudadanía.