Llega Jairo frontera en 2019. Salió del estado Carabobo con su esposa y decidieron hacer una vida en San Antonio del Táchiraciudad donde se ganó la vida con divisas y actividades informales.
– Venezuela Informa –
El hombre de 55 años permanece en la zona. es parte de pequeño grupo de inmigrantes internos quienes no abandonaron la localidad tras la reapertura al tránsito vehicular de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.
Las carretillas siguen siendo el medio de vida de Jairo, un trabajo que ha disminuido en más del 90% luego de que las medidas oficiales fueron reactivadas y retomadas por estos migrantes. Tanto carretilleros como silleteros, lomotaxistas, carrucheros y trocheros nacieron en siete años. cierre de fronteras. Nunca habían estado familiarizados con el ámbito formal y dinámico antes del 19 de agosto de 2015.
«No nos hemos ido porque no queremos irnos Venezuela. Aquí seguimos ganando algo, yo con una carretilla y mi esposa vendiendo café y dulces”, comentó Jairo, recordando que en 2019, cuando pusieron un pie en el casco urbano fronterizo Bolívar Mundo, sus hijos (dos) se han ido. Camino a tierras extranjeras: Perú. Todavía están ahí.
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William Gómez, analista en temas fronterizos, recuerda que durante su etapa como alcalde de la ciudad de Bolívar se estimaba que tenían unas 27.000 personas. migrantes internos, incluidas 9 mil familias de tres miembros. Calcula que actualmente quedan unas 1.500 familias; es decir, 4.500 ciudadanos.
Señaló que estos grupos comenzaron a llegar en el último trimestre de 2017. Para 2018 y 2019, sus llegadas aumentaron significativamente y ocuparon espacios de trabajo en el sendero, en terminales de pasajeros y en puentes. «En 2020, con epidemiase fue mucha gente y con la reapertura de las fronteras se fue otro grupo grande”, enfatizó Gómez.
Jairo recuerda los momentos más difíciles vividos durante la pandemia. «La cosa se paralizó y pasamos días sin nada que comer. Mi esposa y yo decidimos aceptarlo y seguimos adelante. “No nos hemos ido”, dijo, esperando ver algún día la frontera que nunca había conocido: la frontera más vívida del América Latina.
Gómez enfatizó que en una época en la que había una gran presencia de migrantes internos, muchos locales vacíos fueron reconvertidos para que estas personas los utilizaran como dormitorios y baños.
La reapertura provocó que un gran porcentaje se despidiera de una zona que llevaba más de siete años funcionando. economía informal, y son protagonistas de nichos que poco a poco van desapareciendo.
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