Venezuela Informa
Secretarias, maquilladores, amas de llaves, fotógrafos, guardaespaldas, enfermeras, mayordomos y hasta empacadores de maletas fueron algunos de los empleados que formaron parte del equipo que acompañó a la icónica diva, Elizabeth Taylor y su quinto esposo, Richard Burton. Viajes extraordinarios por el mundo en los años 60 y 70. Y juntos redefinieron el glamour de Hollywood.
Andrea Meneses
Tres días antes del cumpleaños número 92 de Liz Taylor, no hace falta decir que fue una de las actrices más importantes de todos los tiempos. La celebrity de Hollywood parecía tenerlo todo para acercarse lo más posible a la perfección: talento, carisma, una belleza caracterizada por la combinación de sus legendarios ojos violetas y su cabello negro azabache. Esta mezcla le dio algo que le hizo tocar el cielo con las manos, pero que le condenó de por vida: el éxito y, como resultado, la fama.
En la década de 1950, una Isabel que aún no tenía 30 años ya había pasado por cuatro matrimonios fallidos con hombres experimentados y ricos, dos de ellos dos décadas mayores que ella. Se consagró como actriz en películas como Gigante, La gata sobre el tejado de zinc y Cleopatra, película que se convertiría en la película más cara de la historia en su momento y por la que le pagaron un millón de dólares, un tiempo récord.
Fue entonces cuando Richard Burton llegó a su vida y comenzó un choque de estrellas. Se conocieron mientras filmaban Cleopatra en 1963, cuando ambos eran las estrellas más importantes de la época. La química nació cuando Taylor ayudó a Burton a llevarse una taza de té a la cara, ya que sufría resaca y no podía hacerlo sola. La ternura se transformó en emoción, los técnicos cotilleaban que, al final del día, cuando se apagaban las luces, la electricidad que creaban todavía se podía sentir en el set.
Aunque ambos fueron infieles a sus actuales parejas, se casaron en 1964, cuando él tenía 32 años y ella 38. Hicieron 11 películas juntos, incluida la aclamada ¿Quién teme a Virginia Woolf? El romance entre ambos fue una montaña rusa de fama, fortuna, excesos y amor apasionado. Liz y Richard eran conocidos no sólo por su talento y belleza, sino también por sus estilos de vida extravagantes, acompañados de flautas exigentes.
Durante el viaje, la pareja no sólo viajó con guardaespaldas, conductores, secretarias y maquilladores, sino también con amas de llaves, un fotógrafo personal, tutores, enfermeras, directivos de empresas y mayordomos. El equipo que acompañó su gira alrededor del mundo, que parecía más una gira real que unas típicas vacaciones, se logró con un puesto inusual: empacar maletas.
Más detalles INFOBAE