Este año se prevé la celebración de varias elecciones en todo el mundo, lo que pone de relieve la necesidad de prevenir campañas de desinformación y el posible uso de la Inteligencia Artificial (IA) para manipular a los ciudadanos.
Carta: Letra Caroní
En 2024 están a punto de celebrarse muchas elecciones a escala mundial. A la elección de El Salvador, en la que Nayib Bukele resultó reelegido, le seguirán otras cinco elecciones en América Latina: Panamá, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela, en ese orden. La aparición de estos procesos ha planteado la necesidad de prevenir campañas de desinformación y el potencial uso de inteligencia artificial para manipular a los ciudadanos.
En enero pasado, Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, creador de ChatGPT, anunció que la compañía planea impedir el uso de su producto para crear campañas de desinformación sobre las elecciones elegidas este año. Anunció que, en concreto, la compañía prohibirá el uso de su tecnología para crear chatbots que se hagan pasar por candidatos o gobiernos reales y pondrá una marca de agua digital en las imágenes de IA creadas con el generador DALL-E, con el objetivo de poder saber si una imagen publicada en otra página se creó utilizando una herramienta de inteligencia artificial.
OpenAI es sólo una de las muchas herramientas avanzadas de inteligencia artificial. Sin duda, el ejemplo que está dando esta startup de inteligencia artificial con sede en San Francisco, EE.UU., es encomiable, como lo es durante todo el proceso de prueba de políticas y medidas para evitar influir, mediante la manipulación de deepfakes, en el proceso electoral. Altman añadió que no permitirá que sus usuarios creen aplicaciones para campañas políticas hasta que la gente comprenda toda la capacidad de persuasión de su tecnología.
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Expertos y consultores en democracia, como Mekela Panditharatne, del programa de democracia del Centro Brennan para la Justicia, han calificado de positivos los anuncios de OpenAI contra la desinformación electoral, pero aún no tienen la respuesta a lo que sucederá si otras herramientas, además de ChatGPT y DALL-E, de OpenAI , continúan su camino sin incorporar acciones de protección contra la desinformación electoral.
La falta de autorregulación por parte de todas las empresas implicaría mecanismos regulatorios imprevistos en materia de inteligencia artificial. La pregunta es si esto será suficiente para evitar la desinformación electoral.
La inteligencia artificial es sólo una de las muchas herramientas que se pueden utilizar para crear información errónea. Desde mentiras en el discurso público, hasta la creación de contenidos que distorsionan la verdad, como la apropiación mediática, audios de origen poco claro y la decodificación de la verdad con materiales audiovisuales relacionados con otras latitudes o correspondientes a circunstancias temporales pasadas, ambos son utilizados para la desinformación. mesa de laboratorio.
La inteligencia artificial es sólo un aspecto. Ciudadanos, periodistas e iniciativas como el Observatorio Venezolano de Noticias Falsas y Cotejo.info, entre otras, deben seguir explorando para encontrar herramientas y métodos de verificación, porque el fenómeno de la desinformación en tiempos electorales es un fenómeno frecuente en la historia del país. proceso de decisión política.
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