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José Vicente “Chente” Amparan, acusado en Estados Unidos de supuestamente desviar fondos de PDVSA, era propietario de una sociedad offshore vinculada a Ascensores Servas, que también recibía contratos de la petrolera estatal venezolana de gas. La justicia argentina investigó el caso
Marcos Ochoa se encontraba trabajando como enfermero en el hospital Victorino Santaella de Los Teques, Venezuela cuando sufrió un paro cardíaco. Necesitaba ayuda urgente, pero la atención médica se retrasó incluso mientras estaba en el hospital porque no había ascensores que funcionaran para llevarlo al piso donde atienden emergencias. Su corazón no resistió. Marcos murió mientras esperaba que llegara el único ascensor en funcionamiento de los 18 que había en ese centro. Esta situación se repitió en la mayoría de los hospitales públicos de Venezuela, dijeron sus compañeros cuando protestaron por su muerte en octubre de 2015.
Según fuentes gremiales, Victorino Santaella, parte de la Red Nacional de Hospitales Públicos de Venezuela, es una de las instalaciones que debieron modernizarse con la llegada de ascensores y montacargas de la empresa argentina Ascensores Servas SA. El fideicomiso bilateral acordado por el presidente Hugo Chávez y Néstor Kirchner convirtió a la empresa en una de las primeras beneficiarias de un contrato de 25 millones de dólares con el Ministerio de Salud firmado en 2005, una década antes del incidente de Marcos. La empresa tuvo que suministrar, instalar y mantener más de 150 ascensores en 35 hospitales públicos, pero no todos los centros se beneficiaron de su equipamiento.
Ascensores Servas fue también una de las primeras empresas argentinas en ser monitoreada por supuestas irregularidades en la confianza entre Venezuela y Argentina. El ex embajador argentino en Caracas, Eduardo Sadous, dijo en abril de 2010 que existía una “embajada paralela” dirigida por el entonces ministro argentino Julio De Vido, operando a la velocidad de acuerdos paralelos por valor de millones de dólares en medio de sospechas de corrupción. El diplomático afirmó ante el tribunal que funcionarios pidieron a José Aizpún, principal accionista de Ascensores Servas, un soborno de entre el 15% y el 20% de su contrato disfrazado de “comisión”. Pero el empresario argentino niega los cargos y la causa judicial, 13 años después, sigue sin prosperar.
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