Jaime Reyes (Xolo Maridueña), es un chico común y corriente… hasta que un artefacto alienígena lo elige para una misión que implica usar una armadura que le otorga todo tipo de poderes y por supuesto una gran responsabilidad. La historia de “Escarabajo Azul” también cuenta con buena parte de los familiares de Jaime, rodeados de mexicanos y una familia amorosa, quienes están dispuestos a brindar su apoyo a la misión del nuevo héroe. Finalmente, la película explora la identidad latina a un nivel y con un respeto completamente inaudito en películas como esta. En definitiva, tiene todos los ingredientes para ser un éxito de verano.
Pero probablemente no será así. Las primeras estimaciones indican que recaudará 30 millones de dólares en su primer fin de semana, superando su presupuesto de 100 dólares. Lo que la sitúa en el mismo lugar que otros proyectos fallidos en un año especialmente duro para el cine.
¿Qué impide que el “escarabajo azul” se convierta en un fenómeno de masas? Más allá de la huelga de guionistas y actores y de la ausencia de una campaña de marketing multimillonaria, la película de DC recibió un gran apoyo de los fans de Internet, que espontáneamente cooperaron en la campaña, en una de las inexplicables redes sociales. Sin embargo, detrás de la cinta hay un problema mayor de lo que se podría suponer.
Cada parte de ella, cada elemento que la compone, diálogos y personajes es un cliché. No por falta de imaginación y mucho menos por la fuerza de la trama. Pero “Blue Beetle” es otra historia de origen, quince años después donde el cine no ha dejado de crear y estrenar historias similares. A pesar de su sensibilidad hacia el origen étnico, un superhéroe carismático y un humor fresco, sigue siendo el mismo. Cada vez más héroes crecen, se preguntan, se confunden y buscan un propósito. Más señales de bondad, que muestran el principal problema del género de superhéroes: para contar buenas historias, primero hay que analizar de dónde vienen.
Un largo viaje a algún lugar
Esto supone que las historias sobre el origen de los superhéroes se han estado pisando unos a otros durante más de treinta años. “Superman”, de Richard Donner, fue el ejemplo a seguir. Y le siguieron Tim Burton, Christopher Nolan, Jon Favreau, Joe Johnston, James Gunn e incluso Kenneth Branagh. El más destacado entre una larga lista de quienes decidieron ahondar en el pasado traumático, extraordinario o misterioso de un personaje para obtener el don que lo transformaría en un ser poderoso, capaz de vencer al mal.
Por supuesto, sería injusto acusar a “Blue Beetle” de atrevido, si cuenta prácticamente la misma historia de su trama de Hércules. Pero en el caso específico de la película de Soto, el problema tiene que ver con los pocos riesgos que corre. Su dificultad para separarse de la raíz esencial de la buena imaginación de un hombre de poderes duros.
El director, en lo que parece una hazaña atrevida -presentar en la pantalla grande a un personaje desconocido y, además, con un origen étnico muy marcado- prefirió llenar su producción de guiños cariñosos a la cultura mexicana antes que de material nuevo. Lo cual no está mal (hay algo intrínsecamente sentimental en escuchar el nombre Chapulín Colorado en las producciones de Soda Stereo, Thalía y Hollywood), pero no es suficiente.
La inevitable repetición pasa factura
No es que Jaime mereciera mucho más que ser parte de una desafortunada tradición de primeras historias que no llevan a ninguna parte. ¿Podría Soto haber sido más ambicioso, menos astuto, lo suficientemente cercano a una idea para identificar y personalizar “Blue Beetle” lo suficiente como para evitar comparaciones odiosas con “Iron Man” y “Spider-Man”?
Esta es una de esas preguntas sin una respuesta de “escarabajo azul”. Es injusto decir que falta la calidad de la cinta porque se parece a muchas. Es injusto creer que un pequeño argumento, conocido de las complejas etapas de un gran sufragio, corregirá décadas de error. Pero quizás exige un riesgo no pequeño para superar las expectativas y convertir a Jaime Reyes, un héroe de derecha e ícono por elección, en un personaje que deslumbra y no se limita a conmover.