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A las tres de la mañana del domingo 5 de agosto de 1962, Eunice Murray se despertó con un mal presentimiento, un rayo en su sueño. Fue ama de llaves de Marilyn Monroe y esa noche, del 4 al 5, la pasó en casa de la estrella más sexy de Hollywood en ese momento. Eunice sintió que algo andaba mal, no sabía qué, pero era algo que latía en su interior y la despertaba.
Por Venezuela Informa
Vio la luz debajo de la puerta del dormitorio de Marilyn y llamó. Nadie le respondió. Intentó abrirlo suavemente, pero se quedó atascado dentro. Ansioso, sin saber qué dirección tomar, hizo algo extraño: llamó al psiquiatra de Marilyn, el Dr. Ralph Greenson, quien, curiosamente, llegó poco después a 12305 Fifth, en el elegante barrio de Brentwood al oeste de Helena Drive. el Angel
Greenson se subió a una de las ventanas del dormitorio de Marilyn y la abrió a la fuerza para encontrarla muerta en la cama. Su médico personal, Hyman Engelberg, llegó a las 3:50 y lo declaró “muerto en la escena”. Versiones posteriores dijeron que la actriz sostenía el tubo del teléfono, lo que indica que estaba tratando de llamar a alguien o estaba hablando con alguien cuando murió. Esa escena inspiró al sacerdote y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal a escribir una hermosa “Oración por Marilyn Monroe” que dice en sus versos finales: “El Señor / A quien va a llamar / Y se llama (y tal vez fue) nadie / O es alguien que no tenía un número en el directorio de Los Ángeles) / contestas el teléfono!
Pero aquella mañana de domingo de hace sesenta y un años, una joven leyenda de Hollywood tenía treinta y seis años, hermosa, seductora, indefensa y sin alma, el símbolo de la revolución sexual que no había estallado ni hablado, pero que lo tenía como el protagonista del elenco estelar, estaba muerto. El jefe del Departamento de Policía de Los Ángeles, Jack Clemons, recibió una llamada inquietante a la edad de cincuenta y cuatro años. En realidad, la llamada no lo fue, pero el jefe Clemons estaba molesto de todos modos. Era el psiquiatra Greenson con un mensaje breve, claro y conciso: Marilyn Monroe está muerta.
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