Aunque no es un postadolescente prototípico, Luis Cuevas (20 años) no puede negar su pasión. Desde las catacumbas de la ingeniería musical, que no es otra que el mágico estudio del maestro Javier Marín, se cocina lentamente el que será su primer disco, realmente un EP con cinco canciones de las que habla con una pasión que brilla ante él. edad joven
No sorprendió mucho al público ni al jurado (a pesar del enorme nivel de los competidores) cuando en la tarde del domingo 7 de abril obtuvo el primer lugar en el octavo concurso Four Execution, en el marco de la 20ª edición. Las cuatro siembras, que se realizaron en el espacio vacío de la Casa Cultural Aquiles Najoa, estuvieron bajo la hábil dirección de Chio Hurtado.
La fuerza de Charrasquado y su enorme y vacilante apretón de manos, para ejecutar una ejecución impecable como el resto de finalistas en medio de un ambiente de extrema amistad, permite vaticinar la victoria y, por supuesto, una brillante carrera como intérprete y portador de la amplia Variedad de música venezolana.
Cinco meses y seis días después, nos habla de su disco casi terminado Momentos, que comienza con un homenaje a su primera influencia musical: su bisabuelo Juan José Ruiz, de quien se enamoró desde los cuatro a los nueve años. Juan se dedica a bailar Clara, un éxito propio que recuerda las andanzas de sus antecesores como bailarines. La canción sería posteriormente grabada con letra y voz del poeta de Requena Mario Díaz, nos cuenta Luis.
A ella le sigue Fantasía Tuera, otra creación propia con un tono algo más sofisticado y un matiz más bien académico, propio de su época de estudiante. Actualmente Cuevas cursa la licenciatura en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) bajo la supervisión del profesor Orlando Cardozo.
Er petejota, un genio del fallecido Aquiles Báez, es la tercera toma del EP, donde Cuevas incursionó por primera vez en 2019 cuando participó en la Siembra del Cuatro, un zoropo oriental que le permite trasladar sonidos de la mandolina y la bandola oriental al solo de cuatro. .
Continuó con Los Amores de Roquito, el hermoso vals de Julián Ulises Acosta con el que Cuevas logró este año el éxito en la Cimbra del Cuatro y que constituyó un talismán que le abrió muchas puertas permitiéndole desarrollar su talento. Un profundo amor por nuestra música y el hechizo absoluto que lo mantiene cautivo del instrumento nacional: el quattro, con el que ya es un maestro.
“Es una parte que se ha convertido en parte de mí y estoy muy agradecido por ello. Es una que la gente me pregunta todo el tiempo: juega lo que ganes, jaja”.
Finalmente, el disco también incluye un Entrevero, que no es más que un popurrí de éxitos de Lanero que, según su interpretación, sirven para la improvisación. “Lo que pasa es que hay lesiones que no se tocan al menos aquí en el corazón del país y más bien se olvidan. La intención de este Entrevarao era volver al ruedo público ritmos como Mercure en menor, Pero de Agua, El Araureno de Euclides Mejías, Mammonales, Guachara en menor y Marisela Lallena, hit que acabo de grabar. Maestro Rodolfo Sierra”.
adentro
El músico, arreglista y compositor Javier Marín se encarga de la producción musical del disco desde su estudio Audiophilo. Juan Guillermo Briseño McLellan estuvo como ingeniero de sonido y el propio Marín hizo el acompañamiento musical; Wilmer Montilla en Maracas; Alirio Barrera en bajo y algunas canciones en maracas y Alfredo Gutiérrez en maracas orientales y batería.
Esta predecible joya aún no está en el mercado, pero su aparición es inminente, un álbum que revela el poder del talento emergente en la música venezolana, lejos de creer que la generación actual es una generación de niños secuestrados por Tik Tok.