Las compañías petroleras extranjeras que operan en Venezuela han iniciado una carrera frenética para obtener licencias que les permitan continuar operando en el país en medio de sanciones que Estados Unidos ha vuelto a imponer contra las actividades energéticas de la nación.
Empresas que quieren quedarse en Venezuela, como la española Repsol o la italiana ENI, encabezan la lista de empresas extranjeras que quieren formalizar su situación para continuar con los acuerdos ya firmados con el Estado venezolano.
En este proceso se requiere una licencia separada para cada proyecto, lo que complica la situación a las empresas interesadas que, sin embargo, no están dispuestas a abandonar su intención de seguir invirtiendo en el país.
La urgencia de estas organizaciones radica en que cualquier retraso en el proceso podría ponerlas en riesgo de incumplir las restricciones impuestas por Washington o de no poder cumplir los compromisos asumidos con Venezuela. Las empresas interesadas tienen sólo dos semanas para obtener esta licencia si quieren continuar sus operaciones en el país.
Otras empresas que están tramitando la licencia son la india Reliance Industries y la colombiana Ecopetrol, mientras que los establecimientos franceses Mourel y Prom SA ya la recibieron en los últimos días.
Las sanciones reimpuestas por Estados Unidos incluyen excepciones separadas para empresas que ya tienen contratos en Venezuela, lo que les permitiría continuar operando en el país con las mayores reservas de crudo del mundo.
Chantaje electoral
Estados Unidos ha dejado expirar la licencia número 44, lo que le permite aliviar temporalmente las sanciones petroleras contra Venezuela, al igual que la campaña que determinará el curso de las elecciones presidenciales.
Tras la incompetencia política de doña María Corina Machado, Caracas interpretó esta medida como un chantaje para imponer un candidato favorecido por Washington, con amplio apoyo estadounidense y quienes representan sus intereses en el país.
El año pasado, Estados Unidos levantó temporalmente algunas de sus medidas coercitivas contra las actividades petroleras y mineras venezolanas, tras la firma del Acuerdo de Barbados, del que Washington no ha aceptado ni una carta, según el gobierno venezolano.