Los editores sobreviven con altos precios de producción y eligen nichos específicos, menos comerciales pero de alta calidad.
Caracas. Ir a una librería y adquirir libros de actualidad probablemente sea una tarea fácil, pero en Venezuela –una de las economías más caóticas del continente– ese no es el caso. Una de las razones es que los editores nacionales e internacionales están impulsados por el mismo sistema económico.
Según la Cámara Venezolana del Libro, en 2010 contaban con 110 socios, hoy solo quedan 30. De ellos, solo 8 socios permanecerán en el sector editorial al 2023.
Por ello, Rosa María Tovar, presidenta del Comité Organizador de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, explica que industria del libro Lleva muchos años teniendo problemas. La razón dada es: costos de impresión y distribución de libros. Esto aumenta los precios en las librerías.
Pero la crisis del libro finalmente se materializó en 2017. Desde entonces, recuerda Tovar, grandes editoriales como Alfaguara, Planeta, Ekaré y Penguin Random House abandonaron el país. Estas editoriales imprimían, editaban y distribuían, algo que Sergio Dahbar, propietario de Dahbar Publishing, señaló que ya no hacen.
Dahbar dijo que esto hace que la gente deje de leerlo, al menos de la forma habitual.
Además, este efecto dominó ha provocado el cierre de pequeñas librerías como Lugar Común o Atlántida, así como de grandes cadenas como Nacho o muchas sucursales de Tecni Ciencia Libros. Sólo en Carabobo de las tres sedes conservaron una.
Ante este panorama, informa Dahbar, profesionales del mundo editorial han migrado a países fuertes en esta industria como Argentina, Colombia o España. Como resultado, Venezuela dejó de competir y el mercado se estancó.
Editorial Dahbar trabaja con libros de periodismo, novela y ensayo histórico. En un año publican unos diez libros nuevos en todo el país.
Barreras
Sin embargo, la política puede ser una barrera para la venta de libros.
Según el periodista e historiador Jesús Piñero, quien dirigió el Consejo Editorial de la Asamblea Nacional de 2016 a 2020, el bloqueo del TSJ al Legislativo resultó en la producción de solo un libro de 1.000 ejemplares.
No tenemos los recursos. El cual fue lanzado gracias al patrocinio del Editor Luis Felipe Capriles. Otros títulos permanecen en formato digital (eBooks)”.
Piñero intentó construir un relato utilizando libros de historia, pero ningún presidente del Congreso parecía interesado y se centró en Juan Guaidó.
Desde el chavismo, editoriales como Monteávila Ediciones y El Perro y La Rana han capitalizado los sueños de nuevos autores de zonas remotas y de bajos recursos.
Isabel Rubiano, versión rubiano resaltar el trabajo de estas editoriales; Sin embargo, ofreció una crítica objetiva:
“No puedes vender libros por 3 bolívares, producir grandes proyectos y pensar que vas a sobrevivir. “Esa cantidad no incluye los costos de producción”.
Esta es la ruina de editoriales y proyectos como Librerías del Sur. Pero eso no es todo, Rubiano denuncia el sesgo ideológico en estas editoriales, así como en espacios como la Feria Internacional del Libro de Venezuela, que generan polarización cultural y decadencia de la industria.
El problema es cuando a algunos escritores se les cierran las puertas por su inclinación política, pero al mismo tiempo se autoexcluyen”.
La exclusión también se produce con los temas tratados. Jesús Piñero publicó recientemente un libro con la edición de Dahbar, Canaima de carne y huesos. Antes de llegar a Dahbar, su libro fue rechazado por otra editorial simplemente por las consecuencias que acarrearía publicarlo. Incluso después de venderlo, una estación de radio le dijo que antes de entrevistarlo debían reseñar el libro.
A esto, Piñero agregó que ser escritor en Venezuela no es rentable: “Muy pocos libros dan dinero”.
Es parte de lo que la editora Elizabeth Rubiano llama un “sistema corrupto”, porque los distribuidores cobran el 60%, las librerías el 30% y los autores el 3%.
Esta crisis hace que Piñero resalte que en las ferias del libro la mayoría de títulos son de 2017 o anteriores, con muy pocas actualizaciones.
Ese mismo año filuc Tuvo su última actuación de esa década. De 2018 a 2021 no se implementó debido a los conflictos económicos y la pandemia.
Anteriormente, la feria había tenido un crecimiento sostenido a lo largo de sus 18 ediciones en términos de tasa de ingresos, número de expositores, número de metros de exposición, número de visitantes y número de días de feria. Desde su regreso, Filuc ha intentado recuperar fuerzas pero las cosas no son iguales.
Sin embargo, Rosa María Tovar destaca que por ahora están interesados en que la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo sobreviva, más allá de los números.
Filuc es el escenario para que actúen los editores vivos. Tovar los menciona: Santillana, Editorial Todtmann, Eclepsidra, Editorial Dcir, Editorial ABC, Editorial Alpha, Editorial Curiara, Editorial Playco.
También destacan organizaciones como Banesco y Fundación Empresas Polar. En Carabobo también hay propuestas como: Folios, Soluciones Editoriales, Caripe y Rubiano Ediciones. Lo que tienen en común las carabobeñas es que los propios autores pagan la mayor parte o la totalidad de la producción de sus libros y, en los casos más extremos, la autoedición en plataformas como Amazon o Wattpad es una forma de que los proyectos vean la luz.
Rubiano explica que son estas editoriales las que sostienen la industria nacional.
Tienen menor oferta y circulación, así como mercados más específicos. Pero sacan escritores nuevos muy talentosos y eso fortalece la producción intelectual”.
A la crisis nacional se suman los patrones de consumo. “La forma de leer ha cambiado. Hay un 40% de consumo en este formato y un alza de audiolibros. Para los lectores venezolanos esto es más beneficioso”.
Y es comprensible, porque en librerías como Tecni Ciencias hay libros con precios desde 12 dólares como el de Megan Maxwell hasta 40 dólares como el del Príncipe Harry. Pero muy pocos son de 2024.
Hay proyectos en Carabobo como A&B Books y Books Flea que Rubiano ve con buenos ojos porque tienen una oferta muy comercial y juvenil.
“Tienen precios altos que no son para todos y el concepto es más como una librería de café, los libros son parte del tema más que el foco del negocio. Además, lo que ofrecen son más libros coleccionables, libros de mesa de café incluso por 90 dólares”.
En su editorial, producir un libro de 100 páginas puede costar alrededor de $600, pero un libro de 300 páginas puede costar $1200. Rubiano señaló que hasta ahora no han podido imprimir en Venezuela pero sí lo hacen en el extranjero porque obtienen muy buenos precios.
Admitió que Venezuela nunca ha sido un foco de libros como lo fue en Colombia, aunque en un momento Editorial Planeta dijo que las cifras en Venezuela eran mayores de lo que se pensaba.
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