El futuro de la nación puede ser auspicioso o auspicioso, dependiendo esencialmente de un factor: la continuación de la hegemonía o su superación mediante un cambio radical.
La continuación del presente será aún más cruel y siniestra. Es por esto que el cambio hacia la reconstrucción integral del país no es sólo una necesidad política, económica o social sino una necesidad existencial.
Todas las naciones perecen. Quizás no en términos de forma, pero sí en su vitalidad. La migración masiva es una de las realidades más dolorosas de un país moribundo.
Y los países también pueden salir de un desastre y abrir caminos positivos hacia el futuro. Esa es la realidad de nuestro país. Esa posibilidad no ha sido eliminada.
Lo único que le importa a un régimen autocrático es seguir controlando el poder para explotar los recursos nacionales. Así que simplemente representan un futuro siniestro.
Superar esta tragedia, por los medios consagrados y exigidos en la actual Constitución oficial, es el verdadero camino para alcanzar un buen futuro.
Por: Fernando Luis Egaña