Representantes de la organización Gritemos con Brío realizaron el concurso “¿Dónde hemos estado?” Su objetivo es evocar una reflexión sobre el pasado reciente. La idea es resistir la normalización del discurso oficial impuesta por el poder.
Con el objetivo de preservar la memoria histórica, la organización Gritemos con Brío ha lanzado una nueva campaña llamada “¿Dónde estábamos?” La iniciativa pretende animar a hacer un balance de los últimos diez años interrumpidos por miles de protestas.
La campaña es una invitación a la sociedad a participar activamente en la reflexión sobre el pasado reciente. La idea es resistir la normalización del discurso oficial impuesta por el poder. Durante estos años, diversos acontecimientos políticos, sociales y económicos dejaron una profunda huella en la sociedad, y es necesario considerarlos atentamente para comprender la naturaleza compleja de nuestra realidad.
Por esta razón, hay que señalar que Durante la última década, Venezuela ha experimentado un torbellino de protestas que han dejado una profunda huella en la vida política.socioeconómico del país sudamericano. Desde 2014, muchas ciudades del país se han convertido en escenario de protestas que reflejan el descontento de la población ante una serie de crisis que afectan a todos los aspectos de la vida cotidiana.
El descontento popular se ha visto alimentado por una variedad de factores, incluida la crisis económica, la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas y la falta de servicios básicos. Sin embargo, en años anteriores, la causa de protestas como las de 2014 y 2017 se debió a factores políticos que enojaron a la gente.
*Leer más: Inaesin contabiliza 44 protestas laborales en marzo y 170 en el primer trimestre de 2024
La juventud venezolana ha tomado un papel activo y protagónico en las protestas, expresando su descontento y exigiendo un cambio en la situación política y económica. Su participación en las calles es fundamental para la movilización social y la defensa de sus derechos.
Al respecto, Rodolfo Paredes, coordinador de Todos por la Educación en el estado Trujillo, cree que estas protestas, además de ser una manifestación de este malestar social, también son un claro mensaje de participación ciudadana, por la idea de vivir en democracia. Según él, estas protestas a veces tienen un liderazgo deficiente.
“En los últimos tiempos hemos aprendido sobre la lucha noviolenta en el contexto de una dictadura. Aunque hemos tenido una participación masiva en protestas en los últimos años, no hemos podido repetir los escenarios de 2002. Se ha invertido mucho en la autonomía, se ha difundido y se han creado grandes expectativas, ignorando la organización de diferentes facciones. campos”, explica Paredes.
En 2014, protestas estudiantiles exigieron mejoras en la calidad de la educación y denunciaron la represión gubernamental. Estos hechos se enmarcaron en el plan “La Salida”, que nació el 23 de enero de 2014 y tenía como objetivo lograr una salida pacífica, democrática y constitucional del gobierno de Maduro. Ese año se registraron más de 9.000 protestas, lo que refleja el nivel de descontento.
Hernán Bethelmy, coordinador de la coalición Todos por la Educación en Bolívar, define las protestas de la última década en dos palabras: “protesta y esperanza”, porque muchos de los manifestantes de 2014 todavía protestan y creen en la posibilidad de una protesta. cambiar el sistema, superar todos los obstáculos.
Protestas como las de 2014 y los años siguientes han tenido un impacto significativo en la migración masiva. En este sentido, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que hasta la fecha más de 7,7 millones de personas han abandonado el país, provocando tensiones en los países vecinos y provocando debates sobre la respuesta internacional a esta crisis migratoria.
Bethelmy lleva 10 años participando en protestas, siempre desde diversas posiciones de liderazgo y todas con el objetivo de lograr un cambio. Destacó que cuando era joven este panorama era abrumador porque protestar era enfrentar muchas realidades potencialmente riesgosas como: arresto, represión, venganza o la simple realidad de vivir en el corazón de Dios.
A pesar de muchos esfuerzos de diálogo, la situación política sigue sin resolverse. Según la Fiscalía General, muchos diálogos infructuosos acabaron exacerbando los sentimientos de insatisfacción e ira de la gente, que cristalizaron en 2017 en protestas contra la constitución de la Asamblea Nacional, que dejaron al menos 125 muertos, según la Fiscalía General. , Encuentro y Perdón o Sin Mordaza hablan de 160 muertos.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) reporta que el 79% de los venezolanos considera que la situación política es “mala” o “muy mala”.
Después de 10 años de lucha, Luisa Díaz, coordinadora de Todos por la Educación Zulia, ve un desenlace caótico. “En días como 2014, 2017 o 2019 la idea de cambiar el sistema no era tangible porque no había elecciones cerca, pero ahora que tenemos elecciones las protestas han dejado de moverse”.
Para Díaz, la falta de estrategia, alcance y lo que hay que lograr ha sido el talón de Aquiles de las protestas venezolanas que duran una década. Además, Díaz cree que las ONG no están participando en las protestas como mucha gente esperaba, mientras que gran parte de la población vive en un estado de trauma cada vez que escucha, lee o siente algo llamado “protesta”.
Sin embargo, esta actividad juvenil no está exenta de desafíos. Los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad han desembocado en represión y violencia, detenciones arbitrarias y violaciones de derechos humanos, que afectan directamente a los jóvenes. Esto, aparte del aspecto negativo, ha ayudado a los jóvenes a expresarse con claridad y trabajar en grupo para crear una mejor sociedad civil.
Sin embargo, Adriana Adrián, representante de Todos por la Educación en Nueva Esparta, enfatizó que aunque las protestas han reducido su asistencia diaria en todo el país, todavía hay pequeñas manifestaciones en las comunidades por problemas básicos. “Es un ciclo diferente, pero las redes de solidaridad siguen siendo el factor decisivo en estas protestas”.
A medida que Venezuela entra en 2024, el país enfrenta enormes desafíos. Resolver la crisis requerirá un compromiso real de todas las partes interesadas, así como un apoyo continuo de la comunidad internacional. Persiste la esperanza de un cambio positivo, pero persiste la incertidumbre sobre el rumbo político y social de Venezuela.
Vistas de publicaciones: 90