Su nombre científico proviene del griego y del latín. “Jirafa” se deriva de la palabra árabe “zarāfah” que significa “más alto”, y “Camelopardalis” se deriva de las palabras griegas “kamelos” (camello) y “pardalis” (leopardo) debido a su similitud con estos animales.
Las jirafas son los animales terrestres más altos del planeta, con cuellos que les permiten alcanzar las copas de los árboles más altos de la sabana africana. Su pelaje moteado, sus largas piernas y su elegante andar los convierten en criaturas fascinantes que capturan la imaginación de personas de todas las edades.
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Su longitud puede alcanzar los 5,8 metros y su peso puede alcanzar los 1600 kilogramos. Como otros mamíferos, su cuello, formado por siete vértebras, es extremadamente largo y flexible, lo que les permite alcanzar hojas y brotes que otros herbívoros no pueden alcanzar. Sus largas patas les permiten recorrer largas distancias en busca de comida y agua.
El pelaje de las jirafas está cubierto de manchas marrones o naranjas que les ayudan a camuflarse entre la vegetación de la sabana. Cada jirafa tiene un patrón de manchas único, como una huella digital.
Son animales sociales que viven en manadas de hasta 30 individuos. Cada manada está dirigida por una hembra dominante que guía al grupo en la búsqueda de comida y agua.
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Las jirafas se comunican entre sí mediante una variedad de sonidos, como gruñidos, silbidos y clics.
En muchas culturas africanas, la jirafa es vista como un animal sagrado y poderoso que es el guardián de la sabana. Se le atribuyen cualidades como la sabiduría, la paciencia y el contacto con la divinidad. En algunas tradiciones se le considera un intermediario entre el cielo y la tierra debido a su capacidad de alcanzar las hojas más altas de los árboles.
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