El año era 2016. Una joven de 14 años comenzó en boca de todos por lanzar una canción que rápidamente se convirtió en el himno de una generación. Por supuesto, la artista fue Billie Eilish y la canción fue Ocean Eyes.
La pieza fue subida de forma independiente a la plataforma Soundcloud, creando un gran revuelo que solo creció cuando apareció en YouTube un video dirigido por Megan Thompson donde Eilish mostró por primera vez sus ojos Sanpaku que hipnotizaron a millones con su específico azul verdoso.
Ocean Ice fue un regalo de su hermano Phineas O’Connell y la gran acogida que tuvo el dúo continúa hasta el día de hoy. El mismo año, Eilish regresó a las plataformas con la canción Six Feet Under, cosechando nuevamente una tremenda acogida por parte de la crítica y el público.
A estos dos temas, que alcanzaron millones de oyentes en un tiempo récord, les siguieron Beliache, Bored, Watch y Copycat, que quedaron recopilados en el EP de 2017 Don’t Smile at Me, que no hizo más que confirmar lo que ya vaticinaban todos los periodistas musicales: Billie Eilish vino para traer cambios en la industria musical.
Ocho canciones fueron suficientes para que Billy se estableciera como un artista mundial. La voz de soprano que caía en tonos melancólicos logró emprender en tiempo récord una gira por Estados Unidos en 2018 donde saltó por los escenarios y su imagen, que distaba mucho de ser una estrella del pop, no hizo más que alejar a Billy del mundo terrenal. . lejos
En diciembre de 2017, Hilsa acaba de cumplir 16 años y ya alcanzó la fama y la fortuna con la que millones sueñan pero que nunca logran. A mediados de la adolescencia, paralela a su éxito musical, el cantante vivió una experiencia de autodescubrimiento como edad, pero al haberse convertido tan rápidamente en una figura pública, se hizo más difícil afrontarlo.
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