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La localidad mendocina de Malargüe, al pie de la sierra, se ha convertido en la improbable heroína de la temporada turística de este verano gracias a la indignación generada por la película La sociedad de la nieve. ¿Por qué? Se han duplicado las ventas de viajes al Valle de las Lágrimas, donde ocurrió la llamada tragedia de los Andes, aunque se trata de un viaje costoso que puede durar entre tres y cinco días.
Por Cynthia Ruth | Venezuela Informa
El avión Fairchild, que transportaba a jugadores de rugby uruguayos, se estrelló en octubre de 1972, a 3.600 metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre Argentina y Chile. Es un pequeño valle atravesado por un río al que acuden dos jugadores de rugby en busca de ayuda; Mientras que sus otros 14 compañeros resultaron gravemente heridos y encontraron refugio en la parte restante del fuselaje del avión.
Luego de recorrer más de 25 kilómetros durante 10 días en ese paisaje indómito y agreste se encontraron con una mula chilena, quien alertó a la policía chilena para rescatarlos. Esto ocurrió 72 días después del accidente y después de soportar temperaturas de entre 25 y 42 grados bajo cero, sin ropa, alimentación adecuada ni experiencia para sobrevivir en estas condiciones extremas.
Allí hoy se encuentra una especie de altar de piedra y los restos del avión, con una cruz de madera que conmemora a sus 29 víctimas. Este lugar de respeto y reflexión por lo sucedido, rodeado de placas y objetos que muestran lo sucedido, atrae a turistas no solo de Argentina, sino también de América Latina y el mundo.
“La temporada pasada hicimos 300 viajes. De ellos ya hemos completado unos 200 y todavía faltan tres meses más”, dijo a Infobay Juan Ulloa, un experimentado guía de montaña con 30 años de experiencia viajando por el Valle de las Lágrimas.
“Recibimos literalmente 620 consultas de todo el mundo. Nos contactaron desde Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Puerto Rico, México, Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Italia y hasta Japón”, admitió orgulloso el propietario de Valle Verde Expeditions.
Las interrupciones laborales obligaron a Ulloa a programar viajes todos los fines de semana cuando antes los hacía cada 15 días.
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