reciente Solicitud de arbitraje de multinacional Kellogg contra Venezuela El resurgimiento de un caso en el que los expertos dicen que el país tiene todo que perder se produce cinco años después de que la empresa “saqueara” las plantas del país, donde el Estado produce cultivos sin aprobación, incluidos nombres, logotipos e imágenes. Marca original.
El pasado 9 de noviembre Britannica Kellogg Latin America Holding Company (One) Ltd., filial de la empresa estadounidense, ha solicitado previamente Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones Inicio de Procedimiento (CIADI).
En 2018, Kellogg cerró sus operaciones, afectada por la crisis del país, que cerró ese año con una inflación del 130.060%, decisión tras la cual el presidente Nicolás Maduro, en plena campaña presidencial, ordenó un “traspaso de poder”. Plantar la planta a los trabajadores para que siga produciendo “sin problemas”.
Cinco años después, estos productos siguen comercializándose, con imágenes de los personajes tradicionales de la empresa, como el Tigre Tony, el Gallo Cornelio y el Tucán Sam, en las cajas, además de referencias oficiales, como el “Juntos Todo”. episodio. Es posible”, de la campaña presidencial de Maduro en 2018.
Los paquetes tienen el nombre de la planta como usuario en la red social, donde se comparte información oficial, un logo que dice “Kellogg, hecho en el socialismo“Y el tema de la campaña del referéndum del 3 de diciembre es la disputa con Guyana por la región del Esequibo.
Crónica de un caso declarado
Según el abogado Castor González, “en cualquier momento” está por ocurrir un “reclamo formal” de Kellogg’s sobre la continuación de operaciones con “uso no autorizado” de símbolos.
“Estamos ante una especie de crónica anunciada”, dijo a Efe el juez, experto en propiedad intelectual.
Explicó que detrás de cada marca, y principalmente “en la industria alimentaria”, hay “un esfuerzo importante en investigación, desarrollo y control de calidad”, ya que “se trata, nada más y nada menos, de productos que van a ser consumidos por un ser humano”. ser”. Algo “extremadamente sutil”.
“En Venezuela, desde que el Ejecutivo tomó el control de esa operación, Kellogg no tiene ningún control sobre ella (…) y no hay forma de que los consumidores respondan a las marcas en las que tanto ha invertido”, afirmó. .
Tras el cese de operaciones, Kellogg advirtió que la planta en el estado Aragua (Norte) fue “tomada por el gobierno”, por lo que “no es responsable” de la seguridad de los operadores “que utilizan sus instalaciones y equipos” ni de la “calidad del producto”. “.
En 2019, dijo que tomaría “las acciones legales apropiadas” por apropiación indebida de sus activos y su marca.
No hay lógica a la vista
González no ve “qué justificación” puede presentar el Estado para “el uso de estas marcas o el uso de estos materiales protegidos por propiedad intelectual”.
“No veo que haya alguna razón o lógica para que el gobierno venezolano deba utilizar las marcas de esta empresa (…) Han pasado varios años, han podido proceder con una marca completamente diferente (…) Yo No observamos un buen pronóstico para el país”, aseguró.
Por su parte, la abogada Andrea Rondón, miembro del Comité Académico del Cedis Libertad e investigadora del Observatorio de la Propiedad, dijo Efe La confiscación de privilegios fue, en efecto, un “despojo”, una “usurpación por la fuerza de la propiedad” y una “no usurpación”.
Explicó que, en la expropiación, “se transfiere la propiedad” mediante un proceso que implica “intervención judicial y, además, un valor razonable”.
Aseguró que el caso de Kellogg “no es un caso aislado”, ya que “ha habido otros”, como el de la estadounidense Kimberly Clark, implementados “desde 2005” como parte de una “política sistemática de destrucción de propiedad”.
Pocas posibilidades de éxito
Antes del CIADI, Kellogg invocó un acuerdo firmado en 1995 entre países caribeños y Gran Bretaña para la “promoción y protección de inversiones”, según el cual las disputas podrían ser sometidas a “arbitraje internacional” si “no se resuelven” “amistosamente”.
Sin embargo, Rondón duda que el pedido de Kellogg avance hasta el Ciadi, cuyo tratado Venezuela denunció en 2012, el cual -aseguró- fue “desestimado” el caso de Kimberly Clarke años después en esta institución de solución de controversias.
Esta, continuó, es “una de las razones por las que las demandas ante el CIADI han disminuido en los últimos años”, ya que tienen “menos probabilidades de tener éxito”, aunque Kellogg “tiene que acudir a otros paradigmas”, donde “es más probable”.