Desde Estados Unidos aumentan los esfuerzos por frenar el flujo de migrantes que el país norteamericano recibe desde Venezuela, por lo que esperan que los vuelos de deportación sean efectivos para controlar el control migratorio.
El 5 de octubre, el gobierno de Estados Unidos anunció la reanudación de los vuelos a Venezuela, suspendidos desde que se deterioraron las relaciones entre Washington y Caracas, con el fin de deportar a migrantes venezolanos en suelo estadounidense.
Los detalles del acuerdo no fueron revelados de inmediato, pero el permiso para reanudar estos vuelos solo se concedió a aerolíneas estadounidenses.
Abogado de aviación Rodolfo Suiza presentó detalles su sitio web que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos había solicitado al Departamento de Transporte de ese país emitir una excepción de emergencia que permita a “ciertas aerolíneas estadounidenses” operar vuelos a Caracas.
Esta comunicación ocurrió el 10 de octubre y se basó en garantizar el cumplimiento de las órdenes finales de deportación emitidas contra los venezolanos que residen ilegalmente en Estados Unidos.
Esta medida tiene como objetivo combatir la crisis migratoria que sufre Estados Unidos, ya que decenas de miles de venezolanos ingresan cada mes a través de la selva del Darién para llegar a América del Norte.
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En 2019, Estados Unidos prohibió a las aerolíneas de ese país volar a Venezuela mediante la Orden 2019-5-5, documento que estipulaba la suspensión de vuelos sin escalas entre aeropuertos de Estados Unidos y Venezuela.
La nueva orden estipula que los vuelos de repatriación comenzarán muy pronto y se realizarán varias veces por semana, bajo el control exclusivo de aerolíneas estadounidenses que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos o el DHS contraten para esos fines.
Este fallo marca una desviación importante de la naturaleza de otros procesos de repatriación organizados desde Venezuela, ya que el gobierno venezolano normalmente permite que aviones estatales de Conviasa viajen a los países de origen de los migrantes, los reasenten y transporten de regreso a Venezuela.
En este caso, se mantiene la prohibición de que las aerolíneas venezolanas aterricen en aeropuertos estadounidenses, aunque la medida ha generado especulaciones de que podría ser un primer paso para reactivar los vuelos comerciales entre ambos países.
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