Los comerciantes en Irán han tenido que buscar otras formas de conectarse a Internet y hacer negocios debido a las restricciones gubernamentales. Los bloqueos contra los iraníes son costosos, ya que el gobierno gastó 773 millones de dólares sólo en 2002 para imponerlos, lo que lo convierte en el segundo país que más gasta en restricciones después de Rusia.
Carta: RFI/AFP
Irán ha impuesto restricciones de acceso a Internet desde que estallaron las protestas por la muerte de una joven kurda Mahsa Amini hace un año, lo que obligó a la gente a buscar otras formas de comunicarse o hacer negocios.
Amini, de 22 años, murió el 16 de septiembre tras ser detenida en Teherán por presuntamente violar el estricto código de vestimenta para mujeres de Irán.
Su muerte desató meses de protestas en todo el país que dejaron cientos de muertos, incluidas decenas de miembros del personal de seguridad, antes de que las autoridades tomaran medidas para detener lo que llamaron “disturbios”, incluidas restricciones a las redes sociales.
Alma Samimi, que vende bolsos de cuero en línea, dijo que su negocio enfrenta dificultades debido a las interrupciones en línea.
“El daño es irreparable”, afirmó Samini, explicando que los beneficios generados por su cuenta de Instagram con miles de seguidores han caído un 80%.
“La participación en línea ha disminuido significativamente desde el año pasado”, dijo.
Las restricciones, que afectan a redes como Instagram y WhatsApp, se producen mientras millones de iraníes luchan por sobrevivir en medio de una crisis económica marcada por una inflación vertiginosa y una devaluación de la moneda local.
Las dificultades económicas se agravaron después de que Estados Unidos decidiera volver a imponer sanciones contra Teherán en 2018, después de que el entonces presidente Donald Trump retirara unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo nuclear.
“Ya no podemos planificar el futuro”, se lamentó Samimi.
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Costos adicionales para Irán y su industria
Desde entonces, unos 1.200 empresarios han pedido al presidente iraní, Ebrahim Raisi, que levante las restricciones, según medios locales.
Para mantener su negocio a flote, Samimi recurrió a redes privadas virtuales y herramientas antifiltrado para eludir la censura.
Según Top10VPN, un grupo de defensa de la seguridad digital con sede en el Reino Unido, la demanda diaria de servicios VPN en Irán se ha disparado a “un 3.082 % más que antes de las protestas”.
Mohammad Rahim Pouya, un psicólogo de 32 años que ofrece sesiones de terapia en línea, dijo que perdió el 50% de sus clientes cuando comenzaron los apagones.
Dijo que podía mantener líneas de comunicación con sus clientes en Irán pero que tenía más dificultades con los del extranjero.
Para él, las herramientas anticensura son “un costo adicional y pueden tener fallas de seguridad (…) ¿Pero cuáles son las opciones?”
Encontrar formas de eludir las restricciones de Internet se ha vuelto común en Irán, donde las autoridades han bloqueado Internet repetidamente durante tiempos de disturbios.
En 2009, el acceso a las redes sociales fue bloqueado durante protestas masivas conocidas como Movimiento Verde, tras unas controvertidas elecciones presidenciales ganadas por el populista Mahmoud Ahmadinejad.
Desde entonces, redes sociales populares como Facebook y X, antes Twitter, están bloqueadas.
Una década después, se impusieron restricciones más duras después de que los manifestantes salieran a las calles contra la decisión del gobierno de aumentar los precios del combustible en un 200%.
Bloquear es caro
El Ministro de Comunicaciones de Irán, Issa Zarepour, pidió en marzo a las empresas extranjeras que establecieran oficinas de representación en Irán, afirmando que “nadie quiere restringir Internet y podemos tener plataformas internacionales”.
Pero Meta, el gigante estadounidense propietario de Facebook, Instagram y WhatsApp, dijo que no tiene intención de establecer una oficina en la República Islámica, que todavía está bajo sanciones estadounidenses.
Los apagones de Internet han sido costosos.
Según Statista, un sitio de recopilación de datos con sede en Alemania, el gobierno gastó 773 millones de dólares sólo en 2002 para imponerlas, lo que lo convierte en el segundo país que más gasta en restricciones después de Rusia.
En febrero, el periódico reformista Shargh de Irán informó que los proveedores locales de servicios de Internet habían sufrido pérdidas del 40% debido a las restricciones.
Con las aplicaciones occidentales prohibidas, los iraníes han tenido que depender de aplicaciones respaldadas por el Estado.
Pero las alternativas locales a las aplicaciones de mensajería y redes sociales, como Bale, Ita, Rubika y Soroush, no han generado una popularidad significativa en comparación con las alternativas internacionales.
Samimi dijo que no ha “encontrado una alternativa” para su menguante negocio de Instagram.
Asimismo, Pouya insiste en utilizar plataformas internacionales a través de herramientas anticensura, pero teme un apagón total.
“No sabría qué hacer si cerraran completamente” Internet, admitió.
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