José Alberto, uno de los tantos venezolanos que a diario se aventuran por el peligroso bosque del Darién, ha prometido no volver a poner un pie en esa zona tras haber sido asaltado junto a un grupo de personas por sujetos armados de peso pesado.
Sabía de los ataques ocurridos en esa zona, porque amigos que emigraron de Venezuela a Estados Unidos hace unos meses se lo contaron. Seis ladrones los golpearon y se llevaron sus pertenencias.
José Alberto, de los Valles del Tuy en Estado de Miranda, se sintió plenamente preparado para no dejarse atacar. Incluso se lo contó a dos de sus amigos, pero fue verificado.
OCHO DAÑINOS, TANTO ADULTOS COMO NIÑOS
Mientras cruzaba ese bosque el jueves 10 de agosto, él y otros 119 migrantes fueron atacados por cinco desconocidos. Armados con cuatro pistolas y un revólver, apuntaron con sus armas a los turistas sin importar su edad o sexo.
José Alberto comenta que los obligaron a subir un cerro en Darién. Allí separan a hombres, mujeres y niños para registrarlos, incluidas sus partes íntimas.
“Nos registraron los bolsillos en busca de plata, comida y objetos de valor. No nos dejaron nada. Lo más triste es cuando nos amenazan con matarnos y violar a las mujeres si gritan”, dijo el sujeto a El Pitazo.
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Durante siete horas los habían sometido. Aunque eran 120 personas, nadie se atrevió a enfrentarse a los antisocialistas. José Alberto no se salvó del crimen.
“Estás indefenso, exhausto, exhausto y sin aliento, hasta el punto de que ni siquiera puedes entender lo que está pasando. Aunque somos mejores que los ladrones, cinco armas no pueden hacer nada”, lamentó.
El día que José Alberto dio la entrevista quedó claro que estaba deprimido. Sin dinero, sin papeles, porque los delincuentes se lo llevaron todo.