A Virginia Betancourt, con cariño y gratitud.
Durante este tiempo, escuché muchas veces el discurso de Rómulo Betancourt, cuando regresaba a Venezuela, luego de una década de exilio. Su discurso en O’Leary Square, después del 23 de enero de 1958.
Me impresionó mucho. No es un discurso para la nostalgia de la vejez, como probablemente dijo, pero
un poderoso discurso y agregó una predicción del futuro de Venezuela.
Fue el discurso de un estadista y máximo dirigente de su partido, Acción Democrática. Y supongo que el primero destaca más que el segundo. Biografía de Manuel Caballero: Rómulo Betancourt, estadista nacional; expresado en ese discurso.
Después de “Compatriotas”, expresado emotivo, Betancourt trabaja por reconocer la democracia pluralista sin el sectarismo de la maldad cainita; hacia el reconocimiento de la Resistencia contra la dictadura, hacia el reconocimiento de los antiguos enemigos y ahora Venezuela Informaes de la unidad: Rafael Caldera y Jovito Villalba.
En reconocimiento al presidente López Contreras, con quien conversó extensamente en Nueva York; hacia el reconocimiento de las obligaciones institucionales de las Fuerzas Armadas; hacia el reconocimiento de los ámbitos económico y social.
Y escribo esto con la gratitud del pueblo venezolano: por su diálogo de buena voluntad con el presidente Medina Angarita, quien ha fallecido. Una admisión que solo un estadista puede hacer, esa ardua experiencia lo hizo valorar los valores fundamentales por encima de todo.
Betancourt intenta esbozar el futuro de la democracia en Venezuela: La República Civil, en asociación con Rafael Caldera y Jovito Villalba. Se centra en las prioridades sociales y productivas. No se considera un salvador, sino que declara la necesidad de la unificación de Venezuela. Todos saben que quiere volver a Miraflores. Resulta que ha vuelto.
Pero no es como 1945. Es un estadista curtido en lo bueno, lo malo y lo peor. En el mencionado discurso de Rómulo hay un germen fundamental de la democracia venezolana
Por: Fernando Luis Egaña