El Libertador recibió a Juan Bautista Irvine con altas expectativas de una alternativa independentista sudamericana. De ahí su prudencia y su silencio sobre el comportamiento expansionista de sus compatriotas de Washington.
Juan Bautista Irvine antecedió a su reputación de cínico confesional. Era un periodista convicto y fue encarcelado varias veces por mentiroso.
Desde su llegada a Angostura, Irvine desconocía las reglas básicas de la diplomacia y las instrucciones dadas por sus propios superiores.
Los inmigrantes irlandeses moderados y nunca conciliadores eran estadounidenses naturalizados.
Aunque fue llamado a insistir en “restaurar los derechos de las víctimas”, las cartas que Juan Bautista le dirigió a Irvin Simón Bolívar fueron tan ofensivas que las propias autoridades estadounidenses se resistieron a publicarlas.
A pesar del tono positivo con que se iniciaron las negociaciones por la llegada del comisionado del presidente James Monroe y la alegría que estimuló el ánimo de Simón Bolívar, todo se agrió en pocas horas.
Juan Bautista Irvine escribió diez notas a “hombres difíciles” entre el 25 de julio y el 8 de octubre de 1818. Bolívar reconoció haber recibido y respondido cartas de funcionarios estadounidenses en varios momentos. La última carta estaba fechada el 12 de octubre de 1818.
Un intercambio de correspondencia de casi cuatro meses reveló el conflicto entre las dos formas de ver el mundo y hacer política; Una encabezada por el emancipador en la lucha por la soberanía y la otra, encabezada por Juan Bautista Irvine, representante de los Estados Unidos de clara estirpe intervencionista.
El contenido de la primera carta revela lo que en última instancia fue el único propósito de Juan Bautista Irvine en Venezuela: la pueril reivindicación de las goletas Tigre y Libertad; Un hecho que sorprendió al libertador, quien le preguntó sobre la amistad y fraternidad que nos debe caracterizar, al tiempo que le recordó que las naves “con el propósito de evadir el bloqueo para armar a los verdugos y alimentar al tigre durante tres siglos”. la mayor parte de la sangre de América vertida”. De igual forma, El Libertador cuestionó la idea de la neutralidad estadounidense, pues “no son neutrales quienes prestan armas y municiones a plazas bloqueadas y legalmente bloqueadas”, recordó.
Desde su llegada, funcionarios estadounidenses han enviado cartas a Simón Bolívar exigiendo que los barcos sean liberados “sin tráfico” con el enemigo.
Ante este argumento menos contundente, los “hombres duros” respondieron que las reparaciones solicitadas sólo podían hacerse en tanto “reconocieran” sus graves errores y su falta de imparcialidad en el conflicto.
El 6 de agosto, Bolívar volvió a escribir una extensa y detallada carta a Irvine, refutando punto por punto las explicaciones dadas por los americanos, armadores y capitanes. En el caso de la goleta Tiger, exoneró a sus dueños, pero no a los mercantes que la fletaron, quienes deliberadamente habían intentado violar las leyes de una república soberana.
Bolívar le señaló a Irvine que “la provisión de ayuda militar a una potencia beligerante es una declaración implícita contra su enemigo”; Llamando la atención que este fue un principio indiscutible siempre aplicado por Estados Unidos.
El asiento tributario se publicó por primera vez en Últimas Noticias.