Venezuela Informa
María inventó con semillas de aguacate, hojas de “mala madre” y otras plantas para tratar de interrumpir su embarazo, pero no funcionó y no tuvo otra opción. El aborto en Venezuela es ilegal y solo se puede hacer en secreto si tienes el dinero.
María, de 26 años y madre de cinco hijas, vive en la pobreza extrema, alojándose en casa de una amiga en un barrio pobre de Caracas.
“Se pierde la vida dando a luz, dando a luz, dando a luz”, dijo a la AFP la joven, que pidió proteger su identidad con un nombre ficticio. “No quiero tener más hijos, rápido me lleno de chicos”, lamentó.
Sus dos hijas menores se quedaron con ella, una de tres años y otra de diez meses. Los otros tres niños, un mellizo de 5 años y dos niños de 9, se hospedan en casa de su abuela.
Intentó abortar el embarazo por tercera vez.
“Traté de quitarlo, tomé mantequillas de nuez, remedios caseros y nunca apareció”, dice María. Confesó que la “receta” se la dio una amiga que la había probado con éxito.
Venezuela, un país fervientemente católico y conservador, castiga el aborto con una pena de hasta seis años de prisión. Según el código penal de 1926, revisado en 2005, las penas se reducen si se busca proteger el “honor” de una mujer y su familia -sin precisar a qué se refiere- y se dispensan si se hace para “salvar la vida” de la madre.
María explica: “Con los guarapos caseros sale el bebé y no queda nada. “Con las pastillas se queda y los médicos se dan cuenta (…) y aquí no puedes porque te meten preso”, insistió.
– Manténgase alejado de la “marea azul” –
Casi la mitad de los embarazos del mundo son no deseados y el 60% terminan en aborto, según Naciones Unidas, que informa que el 45% de las interrupciones son inseguras.
Venezuela no publica datos sobre salud, incluidos los casos de aborto.
Una cosa es cierta en medio de la penumbra actual: el país de casi 30 millones de habitantes está lejos de pasar la “marea azul” de los movimientos pro-aborto que han barrido América Latina en los últimos años.
El aborto está legalizado en Argentina, Colombia, Cuba, México y Uruguay, pero el tema nunca ha sido una prioridad en 24 años por parte de los gobiernos del oficialismo chavista.
El Congreso, con mayoría oficialista, ha anunciado en 2021 que legislará sobre el tema, pero nada concreto.
Belmar Franceschi, directora ejecutiva de la ONG Plafam, que brinda orientación sexual y reproductiva, lamenta: “Las mujeres que mueren por abortos inseguros no es una prioridad (en Venezuela).
Una maestra fue arrestada en 2020 por ayudar en el aborto de una adolescente de 13 años, embarazada en un caso de violación, y estuvo bajo arresto domiciliario durante nueve meses. El atacante ha sido liberado.
Y en mayo del año pasado, la policía desbarató una “pandilla que promueve el aborto ilegal”, que no es más que un grupo feminista que acompaña a las mujeres que quieren abortos seguros.
Un influencer antiaborto en las redes sociales hizo una denuncia y publicó una foto de una mujer protegida por la policía.
Debido al incidente, muchos activistas han quebrado.
– “Como un adolescente” –
En los hospitales públicos no se puede abortar, pero en los centros privados cobran hasta 1.000 dólares por hacerlo a escondidas.
Zarina, una música de 35 años, descubrió que estaba embarazada al cuarto día después de perder su período, 3 veces dio positivo. Sin embargo, ella no lo entiende, porque está tomando pastillas anticonceptivas.
Decidió abortar, pero no sabía cómo.
“Asume tus responsabilidades”, le dijeron en el primer centro médico que visitó. “Me siento como una adolescente”, confesó.
Compró unas pastillas que le dijeron que tenían un efecto abortivo en un portal de comercio electrónico. Los buscó en secreto en un vecindario y los recuperó mientras se sometía a un tratamiento de acupuntura. Todo falló.
Pasaron las semanas y la desesperación creció. Consultó a los médicos quienes, cuando le explicaron el procedimiento para interrumpir el embarazo, borraron los mensajes para no dejar evidencia. Cobran entre $400 y $1,000.
“No tenía dinero y le dije que dejaría mi guitarra por valor de miles de dólares mientras la armaba. Me dijo que no le importaba, traiga el dinero y ya”, dijo.
Finalmente, un ginecólogo se acercó a ella y le cobró $500.
“Me sentí segura”, recuerda Zarina, quien también pidió cambiar su nombre a “sin cárcel”. Abortó con “respeto, calor humano, sin dolor, sin terror psicológico, sin regaños”.
– “El último castigo” –
Las protestas a favor del aborto seguro van en aumento.
Claudia Rodríguez, activista de la ONG feminista Mujer en Lucha, dijo: “De una manera nueva en el panorama político venezolano, (el problema) se ha extendido a las calles.
Pero también van en aumento expresiones contra el aborto, como una marcha promovida por movimientos misioneros que reunió a cientos de personas en Caracas hace unos días.
Ketsy Medina, de 40 años, sufrió un aborto espontáneo a las 9 semanas de embarazo, durante el cual no se expulsó el cigoto. Es un embarazo deseado.
Decidió esperar a que el embrión fuera expulsado sin rastro de legrado y con el paso de las semanas esperaba que el diagnóstico fuera erróneo y el feto estuviera bien.
Fue a la maternidad para hacerse una ecografía con la esperanza de detectar un latido, pero lo recibieron con recelo.
“No importa la edad que tengas, siempre sospecharán que abortaste”, dijo la mujer. Volvió a quedar embarazada y un año después dio a luz a una niña, que ahora tiene tres meses.
Y la profunda condena de la sociedad viene con la culpa.
María quería hacerse la ligadura de trompas pero no pudo en su último parto por un episodio de preeclampsia. Está ahorrando dinero en pruebas exigidas por el estado para una cirugía gratuita.
Ahora, está preocupada por su hija de tres años, que está hospitalizada con un ataque de asma. Pensó que era un castigo divino.
“Le pido a Dios (perdón) por todo lo que he hecho, por querer quitarme a mis hijas. Lo siento mucho”, subrayó enfadada.
AFP