Venezuela Informa
“Nos maltratan a todos, pero desde el principio se enfocaron en mí. Dijeron que yo podía contar los datos, la información de mi hermano, de dónde venía, porque yo tenía dos niños pequeños entonces yo se los iba a hacer”, recuerda Anyi Heredia tres años después. Hay detalles que la molestan como cuando le muestran una foto de su hijo de ocho años y le dicen: “Mañana le cortamos los dedos”. O escenas que aún quedan grabadas en su memoria, como la mañana del 26 de diciembre de 2019, cuando la Navidad terminó abruptamente para su familia.
PATRICIA MARCANO // ARMANDO.INFO
Ese jueves, a las 11:30 horas, al menos seis funcionarios de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) llegaron al departamento de Anyi, en la urbanizada Playa Grande en el estado de La Guaira, a 30 minutos de Caracas. No se identificaron ni presentaron orden de allanamiento, pero vestían uniformes. Anyi vive con sus padres (que llevan unos días con ella) y sus dos hijos, un bebé de 15 meses y un niño de 8 años. Unas horas antes, en la madrugada de ese mismo día, el primer grupo había llegado a la casa de sus padres, en la urbanización Hugo Chávez de La Guaira, cerca de Playa Grande. No atraparon a nadie, pero rompieron la cerradura y entraron y destrozaron todo. Están buscando algo.
Los tres son familiares directos del capitán Ányelo Heredia Gervacio, detenido por la Dgcim el 31 de marzo de 2017 en el estado de Cádira e imputado por la Tercera Fiscalía Militar Nacional por los delitos de traición a la patria, instigación a la sedición y motín. Heredia Gervacio estuvo recluido en el penal militar Ramo Verde, ubicado en Los Teques, la capital del estado de Miranda, a 50 minutos en auto de Caracas. Pero Dgcim lo persiguió en esos días de Navidad porque el día anterior, 25 de diciembre de 2019, logró escapar de esa prisión.
Anyi y sus padres fueron esposados fuera del apartamento, subidos a una camioneta estilo Jeep, donde fueron llevados a Caracas, a un centro secreto de tortura. Estuvieron allí durante ocho días.
La detención arbitraria de la familia del Capitán Heredia es sólo el preludio de un procedimiento que los oficiales de contrainteligencia militar han utilizado metódicamente contra los familiares de los perseguidos políticos, sean militares o civiles. Según la Misión Internacional Independiente de Búsqueda de la Verdad de las Naciones Unidas en Venezuela, la técnica se llama: Sippenhaft.
El segundo informe de la Misión (FFM), publicado el 16 de septiembre de 2021, lo menciona por primera vez: “Un hombre acusado de participar en la Operación Gedeón en mayo de 2020 dijo al tribunal de control en la audiencia preliminar que algunos agentes de la DGCIM lo torturaron y le dijeron que usarían Sippenhaft (un castigo colectivo nazi). Luego arrestaron a sus dos hermanas y su cuñado y los retuvieron en La Boleíta. [sic] en 32 días”.
Sus orígenes se remontan a la Alemania nazi y tiene una curiosa definición, “castigo del deber familiar”. Durante casi ocho décadas, este método no ha cambiado. Comprende la detención de uno o varios familiares de una persona sospechosa de cometer delitos contra el Estado. En Alemania, el estado de derecho se ha convertido en un mecanismo de control social y de minimización de la disidencia, tal y como explica el investigador australiano Robert Loeffel, uno de los autores que ha estudiado este tipo de castigo.
En un artículo titulado Sippenhaft, Terror and Fear in Nazi Germany: A Review of Terrorism After the July 20, 1944, Plot, publicado en 2007, Loeffel detalla que la técnica comenzó a adoptarse con más frecuencia después de los ataques del 20 de julio de 1944, cuando el coronel Claus von Stauffenberg dirigió un intento de asesinato de Adolf Hitler, conocido como Operación Valkyrie.
Después de esa fecha, “este castigo fue ampliamente promovido y promovido por los Venezuela Informaes nazis, así como en el ejército alemán, donde los delitos como la deserción y la traición militar eran considerados de carácter político”, señaló Loeffel.
Más detalles en ARMANDO.INFO