Una joven colombiana describió cómo un sacerdote católico abusó sexualmente de ella cuando era adolescente. Su caso está relacionado con los hechos ocurridos en Medellín, cuando la Iglesia tuvo que nombrar a los miembros involucrados en este acto desviado.
El arzobispo de la ciudad, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, dio a conocer una lista de 36 sacerdotes que han sido condenados en los últimos 30 años. El religioso fue desalojado tras una investigación de dos años, que culminó con un fallo de la Corte Suprema de Justicia
Natalia Restrepo reveló que fue abusada por figuras religiosas. “Tan pronto como cumplí 11 años, la edad mínima requerida, me inscribí en el curso para ser monaguillo (o acólito, como lo llamamos en Colombia). Un año después me consagré y comencé a ayudar a los párrocos”, dijo.
Durante ese tiempo conoció a un seminarista que siempre iba a misa los domingos. “Se detenía en el altar y nos dejaba cantar y aplaudir. Hacia 2002, fue ordenado sacerdote y destinado a la misma parroquia de Santa Gertrudis”, recordó en declaraciones a la BBC.
abuso
El mismo año, los dos comenzaron a acercarse mucho. Siempre le pedía ayuda en diversas tareas y de repente se convirtió en su mano derecha. Pero un día lo llevaron a un motel en lugar de a su casa.
“Papá, ¿por qué me traes aquí?” preguntó el joven. -Para que nos sirvamos un poco y no nos vean, que tal vez sea feo beber para un sacerdote -replicó el hombre.
Dijo que estaba tranquilo en ese momento y que no pensaba que pasaría nada malo. Sin embargo, el sacerdote se emborrachó y trató de quitarse la ropa. “Realmente no entendía lo que estaba pasando. Estaba confundida”, dijo.
“Déjame darte unos besos. Quiero estar contigo. Siempre he estado enamorado de ti. Eres una mujer hermosa. Quiero que seas mía”, fueron las palabras del sacerdote según lo revelado por la joven mujer.
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Natalya finge decirle que se detenga, pero él no escucha, por lo que comienza a asustarse mucho. Empezó a llamar a la puerta para pedir ayuda. Pero el sacerdote le dijo que nadie lo escucharía porque estaban lejos de la recepción.
“Lo que siguió es mi recuerdo más desagradable: se quitó los pantalones, la camisa, me arrojó sobre la cama, me abrió las piernas y se metió a la fuerza. Esa imagen se me quedó grabada y creo que fue el momento que más asco me generó. Ahora que soy adulta, me doy cuenta que por estar bajo el clima tardé en llegar al clímax, pero en ese momento no entendí nada, me pareció una eternidad. Estaba gritando porque me dolía. Yo era una adolescente y él me estaba quitando la virginidad”, dijo.
silencio
Con tan solo 14 años decidió no contárselo a nadie por miedo a que no le creyeran. En cuestión de semanas, se dio cuenta de que estaba embarazada y le dijo al sacerdote que había abusado de ella. “Él se enojó y me dijo que no iba a dañar su vocación, que recién estaba comenzando su vida sacerdotal”.
El hombre le dio unas pastillas para inducir un aborto. Sin embargo, al cabo de unos días el dolor era tan terrible que decidió acudir a una clínica.
“Allí me tuvieron que hacer un legrado, una intervención para limpiar los residuos de mi cuerpo después del aborto. Una enfermera conocía a una familiar mía y la llamó para contárselo. Llegó enojado a la clínica. Me dijo cosas hirientes, estaba muy enojado”, recordó.
Sin embargo, la niña dijo que cuando llegó a la casa de su abuela, negó todo y se quedó allí.
“Pasaron varios años antes de que me atreviera a presentar una denuncia ante la oficina de la curia de la Arquidiócesis de Medellín. Me costó decidirme. Sabía que la Iglesia tenía mucho poder y que me enfrentaba a algo muy grande”, dijo.
Además de esto, se sentía como una pecadora por abortar. “Recuerdo que me atendió un sacerdote que tomaba apuntes en un libro, a mano. Cuando terminé, me dio una palmada en el hombro y me dijo que tenía que perdonar, ‘son hombres y también se equivocan’»»dicho.
la queja
Esa denuncia quedó ahí y nunca más lo contactaron. “Ahora cuando volví y pregunté qué pasó con mi primera queja, tampoco me respondieron. La señora que me atendió me pidió mis datos y me dijo que iba a revisar los expedientes y que se comunicaría conmigo, pero no lo hizo.Sostuvo.
Esta respuesta lo inspiró a informar por segunda vez.
«El 30 de agosto de 2022 me acompañó el Obispo Auxiliar, Monseñor José Mauricio Vélez García. Mientras me escuchaba, anotaba todo en una computadora y lo leía en voz alta para que yo supiera lo que se estaba registrando. Finalmente firmé el documento con mi declaración”, dijo.
Con el tiempo, descubrió que el padre que la había violado todavía era sacerdote practicante en otra parroquia de Antioquía.
“Tampoco he recibido ninguna respuesta de la Arquidiócesis. Imagino que no pasará nada. Los sacerdotes se cubren unos a otros. Cuando hay denuncias, en la mayoría de los casos son trasladados a residencias de ancianos donde cumplen condena. O los mandan a pueblitos donde nadie los conoce y siguen practicando”, dijo.