Esta tarde, en tres semáforos de la Ciudad de México, me encontré con venezolanos -banderas en mano- pidiendo limosna. Dos de esos grupos caminaron a la antigua Tenochtitlán desde Venezuela. Tres familias “cargan” niños menores de diez años, uno en sus brazos. Los mendigos piden comida, incluso agua. Huyeron de Venezuela con hambre, sed y enfermedades, y continúan viviendo en el exilio. Deberán trabajar para salir de sus respectivas crisis.
Humano y Libre, que en este caso es más humanitario que gratuito, se ha dedicado a atender a miles de venezolanos que mendigan en México.
Cada día aumenta la demanda.
conciencia y paz
Estoy despegando En un avión, decidí escribir esta pieza. La incomodidad me impedía reflexionar con claridad, y también me estremecía cierta rabia -evasiva, inexplicable- que se asentaba y se demoraba en mí inexorablemente. Es la rabia que genera la percepción de admitir nuestra derrota histórica como pueblo y esa -la percepción- es indiscutible, sólo reconoce argumentos y realidades trágicas, la alfombra de Venezuela no tiene justificación para su fracaso.
Somos mendigos de conciencia y paz interior. No los tenemos y no los tendremos. Reconocemos nuestro fracaso, y antes de eso, tuvimos muy poca controversia.
El chavismo criminal nos controla. La realidad es brutal.
justicia y libertad
Voy a Noruega, donde asistiré al Foro de la Libertad de Oslo, un espacio que reúne a algunos de los activistas por la libertad más destacados del mundo. El fundador y director del evento es un famoso venezolano, Thor Halvorssen (jr). Probablemente el venezolano más influyente del mundo en temas relacionados con la libertad y los derechos humanos. Allí, en el foro, compartiremos con Premios Nobel de la Paz y otros admirables activistas de distintas latitudes.
Pero también habrá venezolanos que, como yo, vayan por el mundo suplicando justicia y libertad. Los venezolanos extienden los brazos pidiendo el estado de derecho y el estado de derecho.
¿Por quién suplicamos?
arte y publico
En el avión, otro mendigo venezolano -como yo- me reconoció, diciendo que era artista (director de cine). Le pidió a mi vecino que cambiara de asiento y el vecino estuvo de acuerdo. Seguramente será un viaje largo, Ana Carlota no está conmigo y suele ser la conserje, cuidando mi privacidad y mi espacio. Tendré que decir, tendré que escuchar más lamentos, tendré -la paciencia de la patria- reconocer la herida de otra lágrima venezolana: la herida del arte.
Y así una y otra vez las quejas de los artistas, los mendigos en pantalla y el público. Los venezolanos ruegan al público, ¿dónde están ellos?, ¿dónde estamos nosotros?
Mendigando por las calles del planeta.
reconocimiento y aprecio
No solo los venerables y bondadosos venezolanos claman por comida, agua, conciencia, paz, justicia, libertad, arte y público, los criminales chavistas, esa peste, también claman por justicia recibida y apreciada en todo el mundo. Nunca lo tendrán porque mientras haya mendigos venezolanos en cada esquina, ellos -los chavistas- serán discriminados. No descansarán, y esta vez, la historia pronto los encarcelará.
Finalmente, como he mostrado antes, el fracaso es común, la decepción es completa. Venezuela es la perdedora del siglo XXI; Los venezolanos, sus mendigos.
Tú y yo, la lepra chavista, todos…